Cuarto Informe
Cuarto Informe
( 2010 )
“Hoy la delincuencia es la principal amenaza a la paz, la seguridad y la libertad de los mexicanos, de los medios de comunicación, de las instituciones democráticas.
La lucha por la seguridad nos convoca y nos compromete a todos. Debemos cerrar filas para enfrentarla. Es una causa que debe estar por encima de intereses particulares, de ideologías o de partidos.
Debemos entender que el enemigo común de los mexicanos son los criminales, y no la autoridad que combate a esos criminales. Y por eso he dicho que ésta no es, ni debe ser una lucha del Presidente de la República solamente, ni siquiera de un Gobierno, sino que debe ser parte de una política de Estado, que, como tal, corresponde a los tres órdenes de Gobierno y a los tres poderes públicos, a los medios, a la sociedad entera, cada quien en el ámbito de su responsabilidad, cada quien de acuerdo a su capacidad.
Expreso mi mayor reconocimiento a los miles de soldados, de marinos, de policías Federales y locales honestos que se arriesgan todos los días y que, en no pocos casos, han perdido la vida en el servicio a los demás.
Tenemos muchas razones para conmemorar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Gracias al espíritu de lucha, al esfuerzo, al carácter de millones de ciudadanos a lo largo de estos dos siglos, hoy México es un país muy diferente al de 1810 y muy diferente al de 1910.
Hoy tenemos una democracia plena, una economía fuerte, un futuro promisorio. Hoy México es, efectivamente, una Nación democrática. Aquí las libertades se ejercen sin cortapisas, los ciudadanos deciden quién los gobierna y tenemos un auténtico equilibrio entre poderes. Ha quedado atrás el autoritarismo, la opresión, la censura, que caracterizaron buena parte de este largo caminar bicentenario.
México es un país con un futuro promisorio, que está basado en la fuerza de sus ciudadanos. A lo largo de la historia, los mexicanos hemos demostrado nuestra capacidad para superar difíciles adversidades.
Transformar al país es una tarea que nos corresponde no sólo a los distintos órdenes de Gobierno, no sólo a los poderes públicos, sino también a cada una y a cada uno de los mexicanos. En todo tiempo, la sociedad ha sido la principal fuerza transformadora de la historia.
Es la hora de los liderazgos sociales. Esta es también la hora de los ciudadanos. Las grandes transformaciones de la historia se lograron con visión de futuro, estrategia pero, sobre todo, con unidad y generosidad. Había diferencias, sí, pero cuando los mexicanos nos unimos, ganamos la Guerra de Independencia; cuando estuvimos divididos, perdimos la mitad del territorio. Cuando nos unimos, derrocamos a una larga dictadura y logramos una Revolución cuyos beneficios aún perduran.
Sólo unidos prosperamos. Esa es la gran lección de nuestra historia.
Es injusto, es irresponsable que nuestras diferencias, por legítimas que sean, se conviertan en un freno para el progreso del país.”
Ciudad de México, jueves 2 de septiembre de 2010
“Hoy la delincuencia es la principal amenaza a la paz, la seguridad y la libertad de los mexicanos, de los medios de comunicación, de las instituciones democráticas.
La lucha por la seguridad nos convoca y nos compromete a todos. Debemos cerrar filas para enfrentarla. Es una causa que debe estar por encima de intereses particulares, de ideologías o de partidos.
Debemos entender que el enemigo común de los mexicanos son los criminales, y no la autoridad que combate a esos criminales. Y por eso he dicho que ésta no es, ni debe ser una lucha del Presidente de la República solamente, ni siquiera de un Gobierno, sino que debe ser parte de una política de Estado, que, como tal, corresponde a los tres órdenes de Gobierno y a los tres poderes públicos, a los medios, a la sociedad entera, cada quien en el ámbito de su responsabilidad, cada quien de acuerdo a su capacidad.
Expreso mi mayor reconocimiento a los miles de soldados, de marinos, de policías Federales y locales honestos que se arriesgan todos los días y que, en no pocos casos, han perdido la vida en el servicio a los demás.
Tenemos muchas razones para conmemorar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Gracias al espíritu de lucha, al esfuerzo, al carácter de millones de ciudadanos a lo largo de estos dos siglos, hoy México es un país muy diferente al de 1810 y muy diferente al de 1910.
Hoy tenemos una democracia plena, una economía fuerte, un futuro promisorio. Hoy México es, efectivamente, una Nación democrática. Aquí las libertades se ejercen sin cortapisas, los ciudadanos deciden quién los gobierna y tenemos un auténtico equilibrio entre poderes. Ha quedado atrás el autoritarismo, la opresión, la censura, que caracterizaron buena parte de este largo caminar bicentenario.
México es un país con un futuro promisorio, que está basado en la fuerza de sus ciudadanos. A lo largo de la historia, los mexicanos hemos demostrado nuestra capacidad para superar difíciles adversidades.
Transformar al país es una tarea que nos corresponde no sólo a los distintos órdenes de Gobierno, no sólo a los poderes públicos, sino también a cada una y a cada uno de los mexicanos. En todo tiempo, la sociedad ha sido la principal fuerza transformadora de la historia.
Es la hora de los liderazgos sociales. Esta es también la hora de los ciudadanos. Las grandes transformaciones de la historia se lograron con visión de futuro, estrategia pero, sobre todo, con unidad y generosidad. Había diferencias, sí, pero cuando los mexicanos nos unimos, ganamos la Guerra de Independencia; cuando estuvimos divididos, perdimos la mitad del territorio. Cuando nos unimos, derrocamos a una larga dictadura y logramos una Revolución cuyos beneficios aún perduran.
Sólo unidos prosperamos. Esa es la gran lección de nuestra historia.
Es injusto, es irresponsable que nuestras diferencias, por legítimas que sean, se conviertan en un freno para el progreso del país.”
Ciudad de México, jueves 2 de septiembre de 2010
Diálogos con motivo del Cuarto Año de Gobierno
01 de diciembre, 2010
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